La Justicia consideró que la participación de Jessica Gisel Avellaneda fue necesaria para que su hermano, Cristian “Chispita” Avellaneda, cometiera un crimen. Por eso ayer la condenaron a ocho años de prisión. Mientras que para el presunto homicida no hubo castigo, ya que permanece prófugo.
La sentencia, que se leyó ante una reforzada guardia policial, no conformó a la familia de Cristian “Puca” Rearte, el hombre de 28 años que fue asesinado en 2011. Sus padres y hermanas rompieron en llanto dentro de la sala. “No le pueden dar ocho años a esta asesina para que después vuelva a salir”, se quejó Norma Chávez, la mamá de la víctima. “Hubo muchas cosas poco claras acá”, denunció la mujer, y argumentó que “nunca aparecieron las escuchas telefónicas” donde se mencionaba el paradero del prófugo.
El tribunal que resolvió la sentencia está integrado por Alicia Freidenberg, Stella Maris Arce y Marta Graciela Cavallotti. Tanto la fiscalía de Cámara como la querella habían solicitado 12 años, mientras que la defensa había pedido la absolución de la mujer de 24 años. “Si bien no se nos concedió, esta sentencia nos permitirá con el tiempo acceder a las salidas transitorias”, se conformó Geraldine Salazar, defensora de Avellaneda. Consultada por el paradero del presunto homicida, señaló: “tendrá sus motivos para no confiar en la Justicia y no querer volver”.
El crimen ocurrió el 11 de septiembre de 2011 en la esquina de Benjamín Villafañe y De la Rosa. Allí se desató una pelea entre un grupo de jóvenes y “Chispita”, quien había llegado en moto con su hermana. Según consta en la causa, fue la mujer quien le alcanzó el arma al homicida para que le disparara a Rearte. “Pegale un tiro”, le habría dicho la joven, según las declaraciones de los testigos recogidas en la etapa de instrucción. La víctima recibió un balazo en la cabeza y murió tres días después.